lunes, 11 de mayo de 2009

La recolectora de aceitunas

Con la escalera al hombro, entre los olivos, pasó su fantasma.
Era mi madre, la reconocí por la mantilla que se movía suelta, por las manos y por el haz de luz que desprendía su sonrisa.
La hora, la tierra, la familiar ondulación del suelo armonizaban con su presencia.
La llamé sin ninguna duda; ella me saludó con un gesto etéreo.
Se puso después de puntillas, empezó a elevarse. Cruzó el aire hacia el cielo, tal como estaba, con su escalera.

(Cada año en esta época, extiende sus redesy las vuelve a recoger. Viene y ayuda a la tierra.)
Nikiforos Vretakos.

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